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Anfibios venenosos, fascinantes pero temibles para otros animales

Anfibios venenosos
Anfibios venenosos

La naturaleza le da a todos los seres vivos herramientas para defenderse de otros animales. Algunos tienen garras y dientes afilados, los hay que tienen la capacidad de huir y ponerse a salvo, otros, en cambio, tienen toxinas que ponen en peligro la vida de un depredador. El caso de los anfibios venenosos es particularmente terrible, ya que pueden provocar daños por la simple acción del tacto, dado que en su piel están presentes componentes químicos de diferentes grados de toxicidad.

La mayoría de anfibios venenosos son inofensivos para los humanos, aunque ciertas especies pueden ser letales; además, muchos tienen colores hermosos que les dan un aspecto inocente, sin embargo, es mejor no manipularlos sin conocer previamente a la especie.

Sapo americano

El sapo americano también llamado científicamente Naxyrus americanus tiene un tamaño que oscila entre los 5 y los 9 centímetros de longitud. Exhiben una coloración marrón o gris, con variantes rojizas, amarillos, aceitunados o bronceados. A veces tienen parches amarillos en toda su espalda.

Los machos son más pequeños que las hembras y sus gargantas se vuelven oscuras durante la época de apareamiento. Son originarios de Estados Unidos y Canadá. Se han reportado casos de que su toxicidad, presente en la piel, afecta a determinadas especies de animales, al igual que ocurre con muchos anfibios, es una estrategia de protección frente a determinados depredadores.

Sapos asiáticos también son anfibios venenosos

El sapo asiático o Bufo gargarizans puede medir hasta 10 centímetros de largo. Se lo puede reconocer por espinas con tubérculos en la piel y por llevar una franja negra distintiva. Es de color marrón o gris oliva, junto con tres bandas longitudinales.

Además tiene un vientre grisáceo o amarillento sin patrones o manchas. Las hembras son más grandes que los machos, tienen patas más largas y cabeza más ancha. Son originarios de China, Rusia, también se puede avistar en Corea, Japón o en la Islas Miyako, especialmente en Okinawa.

Al igual que el anfibio anterior desprende toxinas a modo de protección cuando se siente atacados.

Rana corroboree

La Pseudophryne corroboree es originaria de Australia. Los aborígenes las llamaron así en honor a una tertulia, en la que sus participantes tenían las caras pintadas en amarillo y negro, como esta rana. Su piel tiene una consistencia un tanto rugosa.

Al reproducirse los machos crean nidos en los pastos de musgo. Luego compiten con otros machos a través del canto. Las hembras colocan unos 25 huevos en el nido de los ganadores. Luego ellos depositan su esperma para así fertilizarlos. Se reproducen muy tardíamente.

Es un anfibio venenoso, que a diferencia de otros producen su veneno sin necesidad de obtenerlo mediante el propio alimento que consumen.

Rana dardo venenoso

Los dendrobátidos son hermosos pero letales. Son los anfibios venenosos más populares. Se las encuentra en Centroamérica y en América del Sur. Se las llama también punta de flecha, porque los aborígenes de estas zonas las usaban para envenenar dardos y flechas con las toxinas de estas ranas.

Son de colores muy bellos que combinan el amarillo, naranja, rojo, azul y verde claro. Es la forma que tienen de advertir a sus depredadores de su profunda toxicidad. Se alimentan de bichos muy pequeños como moscas de la fruta, grillos jóvenes, termitas, hormigas, y escarabajos.

Salamandra común

La Salamandra salamandra es un reptil común en Europa. Forma parte de los anfibios venenosos, porque su piel emite una toxina irritante al contacto gracias a la presencia de glándulas paratiroides. Esta tiene la finalidad de provocar a un depredador un sabor desagradable en la boca, que hace que la suelten y puedan huir para ponerse a salvo, también sus llamativos colores aposemáticos es un indicador de su toxicidad.

No es mortal para los humanos, pero puede causar molestias. Si se toca a una salamandra, lo recomendable es lavarse las manos para no irritarse los ojos o la boca, de haber estado en contacto con su toxina.


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